7:13 a. m.
Juan D. Avila.
No es novedad que el fenómeno cumbia haya llegado a las clases sociales más altas de Lima. Cabe anotar que es un tipo de cumbia moderna el que ingresó con más fuerza a las fiestas "fichas". Ahora, la llegada de "Bareto" con ritmos antiguos de Juaneco, Chacalón y Los Shapis, cambió el "ajjj" por el "manya que paja" con el que esta clase social se refería a la cumbia de oro.
Entiendo por "alienación", que es una pérdida de la identidad de un individuo, para adoptar nuevas costumbres, que ve en un grupo de personas. La interpretación, con gran aceptación de "Bareto", de canciones como Mujer Hilandera, Ya se ha muerto mi abuelo, Muchacho Provinciano y El Aguajal de los Shapis y la aceptación de estas en esta clase social, da muestra de ello.
¿Por qué afirmo esto?, porque esta cumbia que años atrás fue tan marginada, por decirlo de alguna manera, ahora es bailada y disfrutada, sólo porque unos chibolos "pituquitos" la tocan. Con esto no digo que "Bareto" sea una mala banda, por el contrario, he escuchado canciones de ellos cuando hacían música fusión y he disfrutado de ellas. Su disco "Boleto" es excelente.
Para dejarlo en claro: no me molesta que ellos hagan este tipo de música, pues la tocan muy bien. Lo que me indigna es que la gente que tanto puteó a esta música, ahora la haga parte de ellos, en sus juergas.
La gente de la clase alta se encargó de estratificar la sociedad para apartar a las personas que consideran inferiores a ellas, sólo por no tener el mismo dinero que ellos (es una de las razones). Qué irónica es la vida que algo tan simple como la música, rompa esa pared gigantesca construida con el ladrillo de la discriminación y el cemento de la intolerancia.
Al final, la música es un idioma universal, quien quiere la baila y quien quiere no. Lo que quiero resaltar, es lo cómica y divertida que es esta sociedad. La inversión tremenda que se dio, pues siempre, quien está abajo, anhela ser como el pituco, vestirse como el pituco, ESCUCHAR LA MÚSICA que oye el pituco y BAILAR lo que baila el pituco. En este último caso, cambió la cuestión.
Primero llegó tongo a tocar en "Aura" y Asia. Ahora llegó "Juaneco y su combo", a través de "Bareto" a los mismos lugares, aunque muchos de sus nuevos danzantes, no estén enterados.
Entiendo por "alienación", que es una pérdida de la identidad de un individuo, para adoptar nuevas costumbres, que ve en un grupo de personas. La interpretación, con gran aceptación de "Bareto", de canciones como Mujer Hilandera, Ya se ha muerto mi abuelo, Muchacho Provinciano y El Aguajal de los Shapis y la aceptación de estas en esta clase social, da muestra de ello.
¿Por qué afirmo esto?, porque esta cumbia que años atrás fue tan marginada, por decirlo de alguna manera, ahora es bailada y disfrutada, sólo porque unos chibolos "pituquitos" la tocan. Con esto no digo que "Bareto" sea una mala banda, por el contrario, he escuchado canciones de ellos cuando hacían música fusión y he disfrutado de ellas. Su disco "Boleto" es excelente.
Para dejarlo en claro: no me molesta que ellos hagan este tipo de música, pues la tocan muy bien. Lo que me indigna es que la gente que tanto puteó a esta música, ahora la haga parte de ellos, en sus juergas.
La gente de la clase alta se encargó de estratificar la sociedad para apartar a las personas que consideran inferiores a ellas, sólo por no tener el mismo dinero que ellos (es una de las razones). Qué irónica es la vida que algo tan simple como la música, rompa esa pared gigantesca construida con el ladrillo de la discriminación y el cemento de la intolerancia.
Al final, la música es un idioma universal, quien quiere la baila y quien quiere no. Lo que quiero resaltar, es lo cómica y divertida que es esta sociedad. La inversión tremenda que se dio, pues siempre, quien está abajo, anhela ser como el pituco, vestirse como el pituco, ESCUCHAR LA MÚSICA que oye el pituco y BAILAR lo que baila el pituco. En este último caso, cambió la cuestión.
Primero llegó tongo a tocar en "Aura" y Asia. Ahora llegó "Juaneco y su combo", a través de "Bareto" a los mismos lugares, aunque muchos de sus nuevos danzantes, no estén enterados.
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